Los días 25 y 26 de agosto hicimos por vez primera una nueva ruta por la sierra de Madrid, diseñada por el reconocido senderista Domingo Pliego, autor de numerosos libros sobre la sierra de Guadarrama y excelente conocedor de todos sus caminos. En esta ocasión ha realizado un trazado para unir el Convento de La Cabrera, última fundación de Fernando Rielo, con el Prado de Redondillo, en los Montes de Valsaín, donde tuvo su experiencia más viva del Padre celestial y le transmitió su ideal de santidad. Precisamente este año se cumple el 75 aniversario de este hecho y el 10 de su tránsito al cielo. A esta ruta le ha puesto el nombre de Ruta Fernando Rielo y atraviesa la sierra por el Puerto de Cotos siguiendo un trayecto de unos 72 km.
Comenzamos a caminar con las primeras luces del amanecer, ya que la primera etapa es la más larga y conviene aprovechar el frescor de la mañana antes de que el Sol comience a calentar.
Así que encaminamos nuestros pasos hacia Valdemanco y tras pasar el Collado del Medio Celemín encontramos una curiosa sorpresa: restos de una antigua cárcel para alojar a presos que construían la línea de ferrocarril. Al ser la primera vez que recorríamos estos parajes ¡nos equivocamos de camino alguna vez! entre Garganta de los Montes y Lozoya, donde arribamos tan sedientos que casi dejamos seca la fuente de la plaza.
Después de un merecido descanso continuamos la caminata hacia Alameda del Valle y Oteruelo, alcanzando por fin el destino de la primera etapa: Rascafría. Llegamos tan cansados que dormimos de un tirón hasta la mañana siguiente. En total fueron más de 12 horas entre caminar y descansar desde que salimos de La Cabrera, en los que recorrimos unos 42 km., debido a los ‘despistes’. Cuando las fuerzas flaqueaban nos motivaba recordar la famosa frase de No pain, no glory!
La segunda etapa se preveía más corta aunque con más desnivel, ya que teníamos que subir al Puerto de Cotos (a unos 1800 m. de altitud). Así que iniciamos temprano el camino hacia el Monasterio de El Paular y el Puente del Perdón para seguir el cauce del río Lozoya por la Pista de la Angostura, hasta llegar al aparcamiento del puerto, donde nos esperaba el avituallamiento que nos supo a gloria, además de una buena y merecida siesta.
El resto del camino ya transcurrió entre los pinos del Monte de Valsaín, y, aunque parecía que nunca se acababa la pista forestal, al final llegamos a nuestro destino: el Prado del Redondillo, lugar donde Fernando Rielo, cuando estaba en un campamento a sus 16 años, tuvo un encuentro personal con Dios que le marcó para siempre con la aspiración a la santidad y a sentirse hijo querido del Padre celestial. Allí nos esperaban más amigos que habían llegado por el camino tradicional y después de descansar un rato celebramos la eucaristía para recordar la importancia del lugar y su significado para todos nosotros.
Y ya para concluir nos dirigimos a Valsaín por el camino del CENEAM y regresamos a Madrid ¡en coche! En total fueron más de 11 horas de caminar con descansos en los que recorrimos unos 34 km., llevando al límite nuestra resistencia física y quedándonos con un recuerdo imborrable de esta peregrinación.